COVARRUBIAS Y LA IGLESIA DE YEPES
Alfredo Pastor Ugena
Alonso Covarrubias (1488-1570).Este
arquitecto y escultor español, “el artista de Torrijos” como le donomina Chueca
Goitia, nace en esta localidad toledana
en el reinado de los Reyes Católicos, conociendo asimismo los de Carlos I (1516-1556) y parte del de Felipe II
(1556-1598).
Este apellido
procede de la localidad medieval burgalesa del mismo nombre, perteneciente a la
comarca del Arlanza, en Burgos[1] Dos
de los hijos de Alonso de Covarrubias- Antonio y Diego- sobresalieron en la
época. El primero fue un gran conocedor del griego y del latín. Fue profesor de
Derecho en Salamanca
y Consejero de Castilla. representó a España-junto a su hermano Diego- en el
Concilio de Trento. Diego-retratado por El Greco- ocupó el cargo de obispo de
Ciudad Rodrigo, Segovia y más tarde de Cuenca. Su cuerpo descansa en un
sarcófago de mármol en la catedral de Segovia,
en la capilla del Cristo del Consuelo junto a la antigua puerta mandada
construir por los Reyes católicos
para la antigua catedral y que hoy da acceso al claustro. Fue presidente del
Consejo de Castilla. Sus grandes maestros fueron Francisco de
Vitoria y Domingo de Soto
ya que perteneció a la escuela de Salamanca.
El nacimiento
de Alonso de Covarrubias está cronológicamente a camino entre las famosas Cortes de Toledo(1480), donde los Reyes
Católicos impusieron definitivamente su autoridad-de acuerdo con la nobleza y
frente a las ciudades- y proyectaron las bases institucionales del Estado
Moderno(una vez resueltos en 1476, en las Cortes de Madrigal, dos problemas
fundamentales: la situación económica y el restablecimiento del orden);
el final de la Reconquista y el
comienzo de la expansión atlántica en 1492, que dio lugar al hecho más
importante de la Edad Moderna: :el descubrimiento de un Nuevo Mundo y la
expansión intercontinental de España..
Su juventud se
desarrolla en un contexto histórico caracterizado por la unificación peninsular
y el final de la reconquista- como ya he señalado- y el establecimiento del
poder imperial de la mano de Carlos V[2], las
influencias italianas (llegan a nuestro país gracias a la política mediterránea
de Fernando el Católico), muy bien acogido por
el mecenazgo de las grandes casas nobiliarias
En el plano artístico se produce en España
, a finales del S.XV una confrontación entre la tradición gótica, fuertemente
arraigada, y las influencias renacentistas procedentes de Italia. La
penetración de lo que de denominó “arte moderno” fue posible gracias a
importantes familias como los Mendoza o los Fonseca, que sin llegar al grado de
importancia de los Medici o los Strozzi- por citar algunos ejemplos- fueron muy
permeables a todas las novedades que se estaban produciendo en el extranjero.
Ellos se encargaron de hacer llegar a España estos aires renovadores que no
sólo afectaron a las artes, sino también a los ámbitos del pensamiento.
Tres son los
estilos que se dan en los tres tercios del S. XVI: Plateresco, Purismo y Herreriano, afectando los dos primeros a la
formación y estilo de Covarrubias. En los últimos años del siglo XV y
durante el primer tercio del S.XVI la producción arquitectónica manifiesta una
dualidad formal: mientras la estructura del edificio continua siendo gótica, el
Renacimiento se deja sentir en lo decorativo y superficial. Así se configura un
estilo protorenacentista denominado tradicionalmente Plateresco, por lo
similar con la labor de orfebres y plateros y por su gran minuciosidad.[3].Se
caracteriza por fusionar el gótico con una interpretación muy libre de los
elementos clásicos. En los soportes domina el uso de columnas abalaustradas y
pilares con capiteles corintios y fustes lisos o decorados con grutescos. Los
arcos son mayoritariamente de medio punto y carpaneles
El Renacimiento penetrará poco a poco, desde arriba,
y a lo largo del silo XVI será digerido y asimilado por la cultura e
idiosincrasia hispánica, produciendo un Renacimiento diferente, español Este se desarrolló
en el seno de la Corte, la alta Iglesia siguiéndola moda del Papa y la
Monarquía pero no como resultado de una evolución cultural del país. Estas
clases altas impulsarán “este arte nuevo” en medio de un ambiente todavía
gótico instrumentalizándolo al servicio del poder.
Durante el
siglo XVI se abandona la ornamentación
del plateresco y se busca una mayor austeridad y más claridad estructural,
anulando conceptos góticos. Así se dio paso al purismo.[4] En la
arquitectura purista predominaron las formas clásicas y lo estructural o
meramente arquitectónico sobre la ornamentación. Cobraron protagonismo la
monumentalidad, el equilibrio, la grandeza y la armonía de las proporciones y,
en la estructura, se dio preferencia a los arcos de medio punto, las bóvedas
ovaladas, las baídas y las de cañón.Gana la intensidad del relieve pero
ciñéndose a los encuadres de los vanos y a los elementos arquitectónicos en
lugar de abarcar toda la superficie de los muros. A la vez se advierte una
mayor preocupación por las proporciones. Así va entrando poco a poco el Renacimiento
conceptual bajo la influencia de Bramante. El
primero en iniciar este cambio es Alonso de Covarrubias,
Éste recibió
su primera formación en Toledo, de la mano de Antón Egas (con el que colabora
en 1514 en la construcción del Hospital de Santa Cruz de Toledo). De Juan Guas
recibió los conocimientos para introducirse en el mundo del arte. Completa su
formación con enseñanzas e influencias, entre otros, de Diego de Siloé, Diego
Riaño, Rodrigo Gil de Hontañón, Vasco de la Zarza y Francisco de Baeza ( de
quien aprende el carácter recargado de la ornamentación plateresca y con quien
colaboró entre 1515 y 1517 en la construcción de la catedral de Sigüenza),
entre otros. Su aproximación al
Renacimiento proviene de los gustos meramente formales sin entrar en las
consideraciones teóricas que subyacen en el movimiento renacentista.
El arte del Renacimiento en España será
promovido por la monarquía, la iglesia y la nobleza. Alonso Covarrubias
sufre una transformación paulatina que le llevará desde los modelos tardogóticos
de sus primeras intervenciones, hasta las formas clasicistas más severas,
después de una fase de intenso decorativismo a base del repertorio
renacentista. A partir de los años 40 se produce un cambio radical en su arte,
que se puede constatar en obras como el Hospital de Tavera (Toledo) de
parámetros más clasicistas.
En 1526 firmó su primer contrato en Guadalajara para
la construcción de un convento. En 1531 interviene en la capilla de los Reyes
Nuevos de la catedral de Toledo, realizando aquí su primera gran obra (uno de
cuyos capellanes más insignes sería con el tiempo, concretamente en 1653, Calderón de la Barca). Entre 1532 y 1534
interviene en la sacristía mayor de la catedral de Sigüenza.
Uno de los
mayores triunfos de su vida artística lo consigue precisamente en este año de
1534 cuando fue nombrado maestro mayor de
la catedral y diócesis de Toledo (precisamente este mismo año comienzan las
obras de la iglesia de Yepes) lo que le trajo consigo el que le encargaran
múltiples obras, especialmente las dependientes de ambas instituciones. Este
nombramiento se completó tres años después, en 1537, con el nombramiento de
arquitecto de los Reales Alcáceres, es decir “arquitecto real”,cargo que compartió hasta 1543 con Luis de Vega,
quedando desde esa fecha responsable del área de Toledo. Su labor fundamental como maestro de las obras reales en Toledo se
concreta en el Alcáazar.
Covarrubias es uno de los grandes motores
del cambio de pensamiento en la arquitectura española del siglo XVI , desplazando
poco a poco a los modos góticos. Al servicio del cardenal Fonseca y Tavera será
el maestro de obras más importante de toda Castilla.
En la
provincia de Toledo trabajó, por ejemplo en Ocaña, donde hizo el claustro del
monasterio de Santo Domingo, en la iglesia jerónima de Santa Catalina de
Talavera de la Reina, en la iglesia de la Concepción Franciscana de la Puebla
de Montalbán, (“ Su asimilación de las teorías renacentistas
llega a su perfección en las obras de estas localidades”) en la sacristía de la parroquia de Almorox,
en la casa de don Diego López de Ayala de Casasbuenas, en el ayuntamiento y
parroquia de Illescas, la de Corral de Almaguer y la torre de la de Olías del
Rey
Ese mismo año
de 1534 y hasta 1570 (cuando se produce su muerte en Toledo, momento hasta el
que estuvo trabajando) se encargó de la construcción de la parroquia de San
Benito Abad de Yepes[5], por
encargo del cardenal Tavera. -quien autoriza la
construcción- que ya había madurado Fonseca. Las obras finalizarían en 1690. Paralelo a este encargo, realiza el de la "sacristía de las cabezas" en
Sigüenza, y la colegial de Baeza.
Yepes es por
entonces tierra de señorío dependiente del arzobispado de Toledo[6],
Limitaba su término con la villa de Ocaña , capital de la orden de Santiago y
con la pequeña población de Ciruelos, enclave de la orden de Calatrava , en
cuya iglesia fue enterrado Raimundo de Fitero, su fundador.
Tenemos que
recordar que Yepes será tierra de señorío desde que Alfonso VII cedió la villa, en 1213, al Arzobispo de Toledo, Jiménez de
Rada hasta la época de Felipe II, que se transforma en tierra de realengo. Este
monarca vendió la villa posteriormente al propio Concejo municipal: “con
licencia del Papa Gregorio XIII, Felipe II
en 1576.” Yepes fue siempre, por privilegio real, gobernada por el
Estado Llano; en su Concejo los hidalgos no tuvieron parte, constituyendo esto
una excepción.
Cuando
comienza la construcción de la iglesia, en 1534, Yepes tenía una población muy
importante cercana a los 5000 habitantes, -prácticamente igual que en la
actualidad-en una España de 8 millones de habitantes, debido, entre otras
actividades a la riqueza del vino e industrias artesanales derivadas y tierras
de pan llevar. Podemos decir que Covarrubias se dedicó de por vida al
seguimiento de esta parroquia conocida como “La Catedral de la Mancha” y cuya
construcción, se desarrolló durante el mandato
de los cardenales siguientes: Alonso de Fonseca (1523-1534), Juan Pardo
Tavera (1534-1545), Juan Martínez Silíceo (1545-1557) y Bartolomé Carranza y
Miranda (1558-1576), mientras la villa es tierra de señorío.
Esta localidad es en la actualidad un pueblo
blasonado por la tradición y presencia, en gran parte, de su legado histórico.
Son ejemplos de ello: la iglesia del Hospital de la Caridad (siglo XVI donde
también trabaja Covarrubias),el hospital de San Nicolás (siglo XVII), el
convento de las Carmelitas Descalzas y las ermitas de San José (siglo XVII), y
la ermita de San Sebastián (siglo XVI), entre los edificios religiosos. Existe además una casa
Señorial de estilo Herreriano del Siglo XVII.
En el casco histórico (declarado zona
histórico-artístico) permanecen los
restos de la muralla cerrada por cuatro puertas denominadas: “la Lechuguina, de
la Villa, de San Miguel (de Madrid), de Toledo (de la Virgen del Carmen)” Este
recurso fue. Plaza Mayor.
En la plaza mayor, cuadrada y amplia- emulando las
plazas barrocas-se han ubicado siempre los poderes laico y eclesiástico. En ella
se encuentran varias viviendas del siglo XVIII construidas sobre soportales de
estilo Neoclásico. Cuenta además esta localidad con un rollo o picota situado sobre una gradería de cuatro escalones, del
que sólo quedan restos consistentes en
un haz de columnillas entre las cuales van talladas medias perlas. La parte
alta del haz y el remate del monumento desaparecieron. Es de estilo Gótico del
Siglo XV. Entre intramuros se encuentra también una Torre Albarrana del siglo
XIV.
Yepes es una
localidad importante de la mesa de Ocaña, entre sus muros se firmaron los
esponsales de los Reyes Católicos
y son naturales de la villa o están vinculados a ella importantes figuras de
las artes y la literatura: San Juan de la Cruz
(es su patria chica), Fray
Diego de Yepes (confesor de Felipe II y Santa Teresa de Jesús), Luis Tristán (discípulo del Greco), -cuyos
extraordinarios lienzos presiden el retablo del altar mayor- y Calderón de la
Barca, a quien esta villa encargó, en 1637,
el auto sacramental "El Mágico
Prodigioso", para representarla el día del Corpus Christi. Góngora , Jorge Manrique o Quevedo., entre otros insignes escritores,
ensalzan en sus obras la riqueza y
calidad de los vinos de Yepes
La monumental
iglesia de la villa de Yepes viene a llenar los intereses religiosos de una
feligresía muy abundante que la pequeña iglesia existente, ruinosa e
insuficiente en esta época, no podía cumplimentar. De estilo plateresco
y diseñada por Alonso de Covarrubias, es una de las más importantes de la
provincia y también de las más interesantes de España por sus proporciones y
singular belleza. Su esbelta torre domina gran parte de la Mesa de Ocaña y es
una invitación constante a visitarla. El conde de Cedillo, historiador de los
monumentos toledanos, dice de ella que es
la mejor de la provincia y una de las mejores de España.
Ante esta situación los arzobispos de Toledo, se plantean la
construcción de una nueva. La empresa que se intenta realizar supone un gran
esfuerzo de todo tipo. La intención es hacerla con la limosna de los fieles y
la ayuda del Concejo; y la de los propios Señores de la Villa.
Por estas fechas
trabaja en Toledo el famoso arquitecto Alonso
de Covarrubias, toledano, "maestro en el arte de construir" a las
órdenes del Cabildo Primado de cuya catedral es maestro de obras. También
trabaja con el Emperador Carlos. El Cardenal Fonseca encargó a Covarrubias el
proyecto o traza del templo y lo aprobó en escrito de 1532.
En la traza de
la iglesia de Yepes, Covarrubias utiliza los nuevos elementos artísticos como
hicieron sus contemporáneos, que fueron, en un principio, los mismos que habían
hecho los grandes templos góticos de finales del siglo XV. Combina
armoniosamente los elementos estructurales del gótico - pilares con medias columnas
adosadas al muro y cubiertas de bóvedas de crucería del último período de las
que surgen nervaturas que semejan gigantescas palmeras que se abren en los
altos techo - y los elementos renacentistas, pilastras con capiteles jónicos,
arcos de medio punto, florones y adornos.
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Sirven de pórtico protector a las
portadas grandes arcos de medio punto. La
torre de unos 60 metros de altura, situada a la izquierda de la portada de
la Asunción, es obra de sólida construcción, de grandes sillares, dividida en
tres cuerpos con ventanas platerescas en los dos primeros, al mediodía y al
poniente, pareja de arcos semicirculares para las campanas en cada fachada del
tercer cuerpo y antepecho abalaustrado de columnillas que coronan este mismo
cuerpo, terminando la torre en agudo chapitel empizarrado.
Las obras no comenzaron antes de
1534, cuando ya había fallecido el Cardenal Fonseca que firmara la carta
fundacional. Debieron empezar en el pontificado de su inmediato sucesor D. Juan
Pardo Tavera. Existe una provisión de este Arzobispo fechada en Toledo el 13 de
junio de 1534 por la que se autoriza "hacer una iglesia nueva en Yepes
porque la que hay es pequeña". A mi juicio debe entenderse como una
confirmación de la carta fundacional de su antecesor.
Que las obras comenzaron en el pontificado del Cardenal Tavera lo confirman sus armas labradas en las ventanas del mediodía y del poniente del primer cuerpo de la torre.
Que las obras comenzaron en el pontificado del Cardenal Tavera lo confirman sus armas labradas en las ventanas del mediodía y del poniente del primer cuerpo de la torre.
Comenzada la construcción de la
nueva iglesia no se procede a la demolición de la antigua que coexiste con la
obra. Bien entrado el año 1560 todavía coexisten ambas iglesias, y dos años más
tarde desaparece totalmente la antigua al reanudarse las obras que llevaban
varios años paralizadas.
Entre las personas y entidades
que intervienen en las obras- como ya he indicado anteriormente- están los
arzobispos de Toledo, señores de la Villa, que siempre siguieron con gran
interés los trabajos de construcción de la Iglesia, y ayudan a ello con las penas de Cámara y rentas de la villa
que dejan de percibir y a las que tienen perfecto derecho como señores de ella.
También acuden en socorro de la obra con diversas cantidades de la Mesa
Episcopal.
En 1552 está
completada la capilla Mayor y gran parte de la nave central, quedando
mucha obra por terminar cuando el cardenal Silíceo bendijo la Iglesia,
gobernando la cristiandad el Papa Julio III, en el segundo año de su
pontificado supremo, siendo Rey de España el Emperador Carlos V, Gobernador de
la villa, por los arzobispos de Toledo, el doctor Diego de Soto y alcaldes
ordinarios D. Juan de Robles y D. Diego de Mora.
Muerto en 1557
el cardenal Siliceo y habiendo tomado posesión de la archidiócesis el arzobispo
Fray Bartolomé de Carranza y de Miranda (1558), estando en el primer año de su
pontifica "promete ayudar las obras de la Iglesia como lo han hecho sus
predecesores" y envía a una persona de su confianza para que visite las
obras y compruebe in situ la necesidad que tienen de ayuda, prometiendo dejar
para tal fin los ingresos de Cámara. Parece haber venido a Yepes, este
cardenal, cuando se estaban levantando los contrafuertes exteriores que dan a
la plaza Mayor. En uno de ellos quedó para la posteridad su escudo episcopal.
El cardenal
Gaspar de Quiroga y Vela (1512-1595), ya a finales de siglo, juega un papel
importante en la finalización de los trabajos. Se preocupa del acabado de la
torre y la sacristía, concede y autoriza créditos de financiación, pero no le
es posible ver culminado sus proyectos porque, como siempre ocurría, no había
dinero.
Retablo del altar mayor con bellísimas pinturas de Luis Tristán
En el proceso de
la construcción de la iglesia hay que destacar de forma especial la labor del
Concejo de la Villa, sobre quien
recayó el verdadero peso de la construcción de la iglesia, desde el primer momento de iniciarse las obras de la Iglesia hasta su culminación.
Entre los
sistemas de recaudación empleados por el Concejo-verdadero canalizados de todas
las ayudas económicas- están las de hacer los repartos y las sisas, gravar con
un canon las industrias locales, recargar las ventas de las carnes, dehesas
comunales, aceñas y molinos de aceite y contribuir anualmente con 400 ducados
de sus propios; es el colector de las
limosnas de los fieles. En numerosas ocasiones presenta a los Prelados
memoriales detallados de las obras con
sus necesidades, e incluso solicita autorizaciones para echar repartos
recurriendo al amparo del propio Rey
solicitando permiso para echar sisas a los vecinos cuando los procedimientos y
cantidades escapan a sus facultades administrativas.
Por último hay que destacar la
labor de los fieles y sus aportaciones económicas. El pueblo llano respondió
con toda generosidad a la obra de construcción de su Iglesia con sus personas y
sus limosnas en la medida de sus posibilidades; a veces en tiempos adversos a
su economía. Vivían con el corazón puesto en su Iglesia y estos amores y
anhelos fueron pasando de generación en generación hasta la culminación de la
obra, motivados por una fe cristiana profunda,
Los estamentos nobiliarios,
especialamente los hidalgos de la villa, enconados en sus privilegios
estamentales. se niegan a participar en los numerosos repartos y sisas que se
hacen, aunque sean con licencia real, alegando siempre que van contra sus
derechos. Todo esto tenía una raíz muy profunda. No querían mezclarse con el
pueblo llano que tenía el privilegio de los cargos de gobierno de la villa, cargos
de los que estaban excluidos precisamente por ser del estado noble, habiendo
perdido siempre las reclamaciones que hicieran a los Prelados, quienes siempre
fallaron en su contra.
Las últimas obras
realizadas ( pertenecen al final del último tercio del siglo XVII y primero del
XVIII ) fueron el remate de la torre,
la sacristía y portadas.
Respecto al coro, los primitivos planos contaban con levantar un
“coro alto” que no llegó a hacerse. Pueden observarse dos arranques del futuro
coro en las columnas adosadas a las naves laterales, casi a los pies de la
Iglesia. A mediados del siglo XVIII se levantó el “coro bajo”, casi en medio de
la Iglesia, ocupando el espacio comprendido entre cuatro de las columnas centrales
del edificio.
[1] En el siglo X, el primer
conde independiente de Castilla, Fernán González
y su hijo, el conde García Fernández,
convertirán a Covarrubias en capital del primer Infantado de Castilla y cabeza
de uno de los señoríos monásticos más importantes. Podemos decir que esta
localidad es la cuna de Castlla.
[2] Carlos V determinó de forma
involuntaria un rasgo peculiar del Renacimiento español. Anuló el poder de las
villas y ciudades, reforzando el de la nobleza, cada vez más numerosa, ostentosa,
enriquecida e influyente, lo que revirtió en que-además de la monarquía y la
iglesia- fueran las grandes familias de la nobleza (al no existir el
protagonismo municipal y burgués) grandes demandantes de palacios, monumentos
funerarios , escudos para exhibir la
dignidad de su linaje, capillas privadas para expresar su fervor religioso, etc
[3] Coincide cronológicamente
con el primer tercio del S. XVI y, aproximadamente también con el final de reinado
de los reyes Católicos y el inicio del poder imperial de Carlos V. En este
momento se desarrollan elementos renacentistas sobre estructuras góticas. Se
utilizan las “facahadas-retablo”,los grutescos y las columnas abalaustradas,
entre otros elementos
[4] Se trata del Renacimiento
imperial., cuyas características más relevantes son: preferencia por el
arco de medio punto, olvidando las formas ornamentales del gótico
final.Cubiertas de cañón con casetones y bóvedas vahídas para sustituir a las
de crucería del período anterior. Aumento del volumen de la decoración
escultórica respecto al grutesco y que, a diferencia de éste se va a encontrar
en los vanos y puntos destacados de las fachadas .Previamente se había
producido en España un estilo con mezcla de Gótico final, mudéjar y las
primeras formas decorativas del Renacimiento, es el denominado “Estilo de los Reyes Católicos”, también presente en
algunos escenarios arquitectónicos de primer orden.
[5] Localidad que ,debido a su pujanza durante los siglos XVI y XVII, hará que reciba el apelativo de
"Toledillo”
[6] El Arzobispado de Toledo en el siglo XVII comprendía la práctica totalidad de
las actuales provincias de Toledo, Ciudad Real y Madrid, buena parte de las de
Guadalajara y Cuenca, áreas en las de Albacete, Cáceres y Badajoz, así como
algunos enclaves en Ávila, Jaén y Granada, además de las plazas norteafricanas de
Oran y Mazalquivir. Esta considerable extensión obligo a los titulares de la
Sede a ir formando una red de audiencias judiciales por todo el territorio para
hacer efectiva la administración de justicia eclesiástica