ALFREDO
PASTOR UGENA
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ISABEL
I LA CATÓLICA Y SU HEREDERO EL PRÍNCIPE JUAN.
.“(…) quien hubiera sido Juan
III, el primer rey de España (…)”
El cuadro de La Virgen de los Reyes Católicos ,que ilustra la portada de este
libro, fue pintado entre 1491 y 1493. Se trata de un temple sobre tabla de 123
x 112 cms y su fecha se establece hacia 1490. Esta obra sintetiza a la perfección la simbiosis entre
pintura flamenca y patrocinio real. La composición es similar a la de una sacra conversazione, en una estancia con
ventanas que dejan ver un paisaje con características convencionales propias
del estilo flamenco.
Su autor
,anónimo, es conocido como Maestro
de la Virgen de los Reyes Católicos. La obra es un ejemplo del
goticismo imperante en la pintura de la época.
En su ubicación
original se guardaba en el oratorio del cuarto real del monasterio de Santo
Tomás de Ávila. La desamortización de 1836 produjo su traslado al Museo de la
Trinidad y luego a lo que sería el Museo del Prado donde se encuentra actualmente.
En el cuadro se representan
arrodillados los donantes. A la izquierda de la composición aparece el Príncipe don Juan, al lado del Rey
don Fernando. Enfrente de ellos advertimos la presencia de la Reina Isabel I (con aspecto joven y resaltando en tamaño ligeramente por
encima de sus acompañantes y marido, dejando claro que es la reina de Castilla) y de la Princesa Isabel.
El Príncipe, joven heredero sobre el que está puesto en este momento el
destino de la unión dinástica, aparece
de rodillas, en actitud orante, y con las manos juntas, algo infantilizado. Sus
facciones son bastante distintas a las esculpidas por Domenico Fancelli en su
sepulcro del Convento de Santo Tomás de Ávila.
En la parte superior aparece representada
en un trono la Virgen con el Niño. En un plano inferior, de pie, observamos
a dos santos. A la derecha del cuadro,
con el hábito dominico, aparece Santo Domingo de Guzmán , fundador de la Orden
Dominica (con un libro, por ser doctor de la Iglesia y un lirio, como símbolo
iconográfico de la Virgen, dada su particular devoción mariana). A la izquierda
aparece Santo Tomás de Aquino el titular
de la advocación del monasterio (con un libro, por ser también doctor de la Iglesia,
y con la maqueta del edificio). El suelo de baldosas, la tarima sobre la que se
halla el trono de la Virgen, los reclinatorios de los Reyes y las ventanas, nos
presentan una perspectiva algo forzada.
La reina
Isabel I de Castilla, conocida como “La Católica”(1451-1504) madre, reina,
estadista , mecenas de artistas y escritores, vivió entre finales Edad Media y
el umbral de la modernidad renacentista. Fue una mujer que se adelantó a su
tiempo. Es posible que no naciera para ser reina pero sí demostró a lo largo de
su vida que había nacido para reinar.. Fue una persona siempre comprometida con
los ideales espirituales, culturales y humanísticos. Ella se había encontrado
con una Castilla desmembrada, en apuros, y la devolvía a sus sucesores como la
espina dorsal de un imperio, el primer imperio de la Edad Moderna.
Contrajo
matrimonio (19 de octubre de 1469), con el que sería Fernando II de Aragón
(1452-1516) recibiendo ambos el título pontificio de Reyes Católicos. Ambos monarcas hicieron posible la Unión de Reinos
logrando una monarquía autoritaria, hispánica, nacionalista y dual, creando en la Península uno de los primeros
Estados modernos de Europa.
Los Reyes
Católicos no crean una España unificada pero la doble monarquía no es tampoco
una simple unión personal. Con ellos España se convierte en ámbito político y
toma una forma original que se
conservará por lo menos hasta principios del siglo XVIII.
Su único
varón, su heredero, el Príncipe Juan de
Trastámara y Trastámara (nació en Sevilla en 1478), casado con Margarita de
Austria, pudo haber sido el rey de Aragón, Castilla, y Navarra, “el primer rey
de España”, pero murió prematuramente en Salamanca en 1497, a los diecinueve
años: el viento de la muerte se llevaba
la Casa de Trastámara, forjadora de la unidad nacional El futuro de España
cambiaba por completo. Para el pueblo llano fue el Príncipe que “murió de
amor”. Era la esperanza de España a la manera de un príncipe del Renacimiento. La
Reina Isabel I nunca se recuperó de la muerte de su hijo.
Estos y otros
acontecimientos, como el análisis de la
coyuntura histórica en la que vivió el Príncipe, la situación política tras la
muerte de la Reina Isabel o el advenimiento de la dinastía extranjera. de los
Habsburgo, son analizados por el autor con
un estilo claro y didáctico, utilizando un amplio bagaje de fuentes
bibliográficas y documentales.
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