LA AGRUPACIÓN
SOCIALISTA MADRILEÑA (1879.1939)
Los comienzos del movimiento obrero
en España
Durante la construcción del Estado liberal (1833-1875)
se produjo en España el arranque del
movimiento obrero. El principal rasgo de este período es la paulatina
desaparición de la sociedad estamental y su sustitución por una sociedad de
clases basada en el derecho de propiedad y en la igualdad ante la ley. Esta
nueva sociedad aumentó la movilidad
social, bien por el éxito en los negocios, en la carrera administrativa o en la
militar.
Se estructuró un nuevo grupo social dominante configurado
por la alta burguesía (empresarios textiles catalanes, financieros madrileños y
vascos...), la oligarquía terrateniente propietaria de grandes latifundios,
especialmente en la España meridional, los altos cargos del estado y el
ejército.
Por debajo emergieron unas clases medias urbanas no
demasiado numerosas: pequeños propietarios rurales y urbanos, oficiales del
ejército, funcionarios, médicos, profesores y ciertas profesiones liberales .
La población campesina, bastante heterogénea, era la
mayoritaria en España: propietarios, arrendatarios y jornaleros sin tierra que
conformaban más de la mitad de la población rural.
Por último, ligada a la débil industrialización, se
configuró un pequeño grupo de obreros
industriales. La débil y muy localizada industrialización española explica
la debilidad del movimiento obrero hasta el sexenio democrático. Se calcula que
en 1860 había en torno a ciento cincuenta mil
obreros industriales en el país, más de la mitad de los cuales vivían en
Cataluña.
Desde la década de 1830 nacieron algunas asociaciones, como las sociedades de auxilio mutuo.Se
produjeron algunas protestas de carácter ludita, como los conflictos en 1835 en
la fábrica “El Vapor” en Barcelona, o las protestas contra las “selfactinas” en
1854. Estas primeras manifestaciones del movimiento obrero fueron duramente
reprimidas por los gobiernos liberales de la época.
Tiene lugar también la aparición de los primeros
periódicos con lo que se ampliaba la información de los hechos cotidianos. El periódico, tal como hoy lo conocemos,
nació en Inglaterra, en el siglo XVIII. Con anterioridad a esta fecha,
existieron ciertas formas de comunicación social(1)
Los periódicos anteriores a 1835 apenas
incluían informaciones. Trataban temas políticos o científicos. Solían tener
formato pequeño, estaban escritos en una columna y su aspecto era bastante
aburrido. Pero a partir de esta fecha surgen otros más parecidos a los
actuales.
Desde 1868 siguen
existiendo periódicos de opinión, defensores de un partido o líder político,
pero se desarrolla una prensa informativa que es la que más éxito tiene entre
los lectores y la que alcanza mayores tiradas. El aspecto externo de estos
periódicos es más ameno. Su contenido ya no se limita a temas políticos, sino
que aparecen nuevas secciones de crítica literaria, pasatiempos, anécdotas y
humor. Dedican más espacio a la publicidad e insertan folletines, (novelas por
capítulos) que gozaban de gran aceptación entre el público lector.
Tras la revolución de
1868, la Constitución de 1869 reconoce la libertad de prensa, por lo que, de
nuevo, surgen numerosos periódicos y revistas. En 1883, la Ley de imprenta
establecida por el gobierno liberal de Sagasta favorece también las
publicaciones periódicas.
En las primeras décadas
del siglo XIX la prensa sigue siendo un producto para minorías ya que la
mayoría de la población era analfabeta. Las tiradas son muy pequeñas, nunca
sobrepasan los 1.5000 ejemplares, pero tienen una amplia difusión debido a la
tradición de la lectura en voz alta , la existencia de gabinetes de lectura y
la costumbre de leer los diarios en los cafés, ateneos y tertulias. En Madrid y
en las capitales de provincias fue creándose un público lector más amplio a
medida que se extendió la educación. A partir de 1868 se desarrolla la prensa
femenina. Tras el triunfo de la Gloriosa se abren escuelas para instruir a las
clases más bajas y aparecen los primeros
periódicos obreros.
El 12 de marzo de 1886
se publicaría en Madrid el primer número del semanario El Socialista, órgano de expresión oficial del Partido Socialista
Obrero Español (2).
El
movimiento obrero durante el sexenio democrático
Las primeras organizaciones
obreras surgen en Cataluña, las
Sociedades de Ayuda Mutua. En 1840 se creó en Barcelona la Asociación Mutua
de Tejedores que llegó a tener 15.000 miembros. Estas asociaciones organizaron
las primeras huelgas con el objetivo de obtener subidas salariales.
A
partir de 1843 ( década moderada ) las asociaciones obreras fueron disueltas e
ilegalizadas ( pasan a la clandestinidad )
hasta que en 1854 ( bienio progresista ) reaparecieron. Ese mismo año se
creó la Unión de Clases que agrupaba a todos los obreros textiles y que reclamó
contratos colectivos y derecho de asociación: Con el regrso de los moderados
desde 1857 el movimiento obrero pasa de
nuevo a la clandestinidad.
Las libertades políticas permitieron un importante
impulso al movimiento obrero durante el Sexenio Democrático (1868-1874). En
1864 se había creado en Londres la Asociación
Internacional de Trabajadores (A.I.T.), donde durante un cierto tiempo
convivieron los seguidores de las ideas de Carlos Marx (marxistas o
socialistas) y los seguidores de Mijaíl Bakunin (anarquistas).
Las nuevas libertades traídas por la "Revolución
Gloriosa" permitieron la creación de la
Sección Española de la A.I.T. En 1868 la AIT dirigió una proclama a los
obreros españoles para darles a conocer la organización y animarlos a
adherirse. Poco después Bakunin envió a Giuseppe Fanelli para organizar las
primeras secciones internacionalistas. En 1870 un congreso general reunido en Barcelona fundaba la Federación Regional Española de la
Internacional muy influida por el anarquismo Desde un principio en los
"internacionalistas" españoles hubo claro predominio de la ideología
anarquista, inspirada en el pensamiento de Bakunin. Como era de esperar por su
mayor grado de industrialización, el movimiento anarquista tuvo un mayor
desarrollo en Cataluña. .
En 1871 llegó a España el yerno de Carlos Marx, Paul
Lafargue e intentó combatir la influencia anarquista y a propagar las ideas del
marxismo. En 1872, creó un pequeño grupo
madrileño originario del movimiento socialista marxista español.
La ruptura entre marxistas y bakuninistas en la AIT
tendrá repercusiones en la Federación Regional Española: en 1872 en un congreso
en Zaragoza triunfan las tesis anarquistas y como consecuencia el grupo
madrileño encabezado por Pablo Iglesias fue expulsado pasando a constituir la Nueva Federación Madrileña . Más
tarde se funda la Agrupación Socialista
Madrileña, la primera sección socialista-marxista en España, en tiempos de
la I Internacional en 1879 por Pablo Iglesias y otros socialistas
internacionalistas en Madrid. Fue el núcleo originario del Partido Socialista
Obrero Español (PSOE) partido que ejercerá su influencia sobre todo en Madrid,
Asturias y Vizcaya, aunque no conseguirá
un diputado hasta 1910.
En 1888 con la legalización de los sindicatos, un grupo
de trabajadores socialistas -16 tipógrafos cuatro médicos un doctor en
Ciencias, dos plateros, un marmolista y un zapatero- con Pablo Iglesias al
frente, reunidos en una fonda de la calle Tetuán,-lo que hoy es casa Labra-
tras la Puerta del Sol, fundaron el Partido Socialista Obrero Español. Lo
hicieron en obligada clandestinidad, con el objetivo de defender los derechos
de los trabajadores y de luchar por la emancipación social, la libertad y la
igualdad.
Posteriormente, en Agosto de 1888 se celebraría el I
Congreso del PSOE en Barcelona, aprobando el programa definitivo, organización
y sede, y nombrándose el Comité Nacional. Unos días antes se había celebrado,
también en Barcelona, el Congreso Fundacional de la Unión General de
Trabajadores (UGT), el sindicato socialista hermano.
En Noviembre de 1903 se fundaría la primera agrupación
local de las Juventudes Socialistas en Erandio (Vizcaya), y en Abril de 1906 se
celebraría en Bilbao el Congreso Constituyente de la Federación Nacional de
Juventudes Socialistas de España.
De esta manera, ya
estaban constituidas las tres organizaciones históricas del socialismo español.
Años más tarde, el 28 de noviembre de 1908, se abría la
Casa del Pueblo de Madrid, con el fin de mantener un espacio abierto, en el que
además de defender las ideas socialistas, se instruía a los trabajadores y sus
familias y se proporcionaba un lugar de ocio constructivo. La Casa del Pueblo
albergó más de cien sociedades obreras, con cerca de veintiocho mil afiliados.
La aspiración de alcanzar un mundo habitado por hombres y
mujeres honrados, iguales, libres e inteligentes se decía en el Programa Máximo
del Partido.
Desde la fundación el dos de mayo de 1879, y desde la
primera Asamblea clandestina el 20 de julio del mismo año, en la que se aprueba
el primer programa político, hasta nuestros días, la historia del PSOE está
sembrada de acontecimientos relevantes, por su significado histórico, por su
trascendencia para España y para nuestro Partido, y por su importancia en el
camino de la conquista de las libertades y los derechos democráticos y
sociales. Los socialistas hemos hecho este recorrido histórico representando la
voluntad, los anhelos y las esperanzas de gran parte de la población.
En sus orígenes, en un Madrid poco industrializado, los
obreros de los talleres, los artesanos y algunos profesionales, junto con los
obreros de la construcción y otros sectores sociales progresistas, dieron forma
política al deseo de transformación social. El PSOE y la UGT, junto con otras
Organizaciones de clase, fueron los instrumentos fundamentales con los que
contó la clase obrera para fortalecer sus esperanzas. Al pensamiento socialista
pronto se sumaron profesionales liberales trabajadores de la enseñanza,
humanistas y hombres y mujeres procedentes de la Institución Libre de Enseñanza
que reforzaron la dimensión humanista del socialismo.
A lo largo de la historia, el PSOE y la Agrupación
Socialista Madrileña, en particular, han vivido momentos de intenso debate
interno en cuanto a las estrategias y a las políticas a seguir. Consecuencia
lógica de una organización que, desde sus orígenes, fundamentó su existencia en
la democracia interna, el pluralismo y la libertad de crítica y de pensamiento
en el marco de la lealtad.atos se fundó en Barcelona la UGT.
La aparición del socialismo en España a finales del XIX
tuvo un peso determinante a la hora de debatir y configurar la política social
dominada hasta entonces por criterios de beneficencia y sentimientos
paternalistas, pero que a partir de esas fechas,se tradujo ya en los primeros
años del siglo XX, en la promulgación, por fin, en España de una verdadera
política de legislación laboral y en la puesta en marcha de las primeras
instituciones oficiales de inspección laboral y de participación obrera
En todo ello influyó la aparición en España del
socialismo, aunque sólo fuera de forma indirecta, en respuesta al temor que
produjo en la sociedad y en los gobiernos la amenaza revolucionaria de su
discurso, motivo suficiente para agilizar las propuestas reformistas de un
creciente descontento social capaz de alimentar el peligro socialista.
Se puede decir, por eso, que el socialismo nació en
España de forma coetánea a la preocupación por la cuestión social en nuestro
país, tal como ésta se entendía en su época, es decir, el conjunto de problemas
provocados por el desarrollo de los sectores productivos industriales y de la
población trabajadora. Una coincidencia en el tiempo que no es en absoluto casual.
Otro factor que conviene también tener en cuenta es el de
la escasa incidenciadirecta de los socialistas hispanos a la hora de definir la
política social de los gobiernos, dada su mínima presencia en el poder
legislativo durante los años de la Restauración.
La casi simbólica
presencia de Pablo Iglesias en el Parlamento, a partir de la conjunción
republicano socialista, desde 1909, difícilmente puede considerarse influyente.
Si fue mayor, e importante, la presencia socialista en los organismos de
asesoramiento y estudio, a partir de la creación del Instituto de Reformas
Sociales (IRS) en 1903. Pero, como es de sobra conocido, el funcionamiento real
de las Juntas Locales del IRS, a menudo insuficiente cuando no inexistente, y
la incidencia final del Instituto en los legisladores, tampoco tuvo un peso
excesivamente destacable en la definición final de la política social.
La actitud negativa de los patrones, las
debilidades del propio Estado, incapaz o poco interesado de nevar a la práctica
sus propias leyes, o las deficiencias en el trabajo de inspección y control,
restaron protagonismo al socialismo también en este campo.
Tampoco le ayudaron sus
múltiples y constantes divergencias internas, a veces en relación a temas de
enorme calado y relativos a su propia concepción de una política social, lo que
pudo dificultar, sin duda, su recepción en el resto de la sociedad. Recordemos
tan sólo, en ese sentido, cómo, cuando en los años de la primera guerra mundial
el socialismo dio un impulso creciente a sus niveles de afiliación.
También se debe tener
presente la propia realidad política de la Restauración, que supuso la ausencia
de una democratización efectiva de la sociedad, otro de los pilares básicos que
suelen considerarse imprescindlbIes para poder llevar adelante una verdadera
reforma social que sea capaz de integrar al movimiento obrero en una sociedad
liberal, sobre todo en un país, como España a principios del siglo xx, con una
masa obrera poco propensa a la filiación sindical o política.
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